Hollywood ha pasado semanas en huelga. Una industria global completamente paralizada, imaginen la trascendencia. Y uno de los temas centrales de la negociación entre artistas y productoras era la inteligencia artificial. O, más bien, el uso de la IA para aprovechar la imagen y las voces de los intérpretes o, también, para suplantar profesionales directamente por entes virtuales. El debate es mucho más profundo de lo que pudiera parecer porque esa disyuntiva -esa crisis, si prefieren-, va a pasar por todas nuestras puertas. ¿Cómo afrontan los cineastas españoles el desafío de la IA?
«Para el progreso no hay cura», comenzó José Ángel Esteban, director de audio y podcast de Vocento, nominado en dos ocasiones al Premio Goya. «La IA es una belleza nueva y un terror nuevo y hay riesgos que nos vamos a encontrar. Cuando vemos lo que pasa en Hollywood, que hablan de guerra existencial, me preocupa porque soy guionista. ¿No podré ser lo que quiero ser, escritor?».
«Creo que esa guerra existencia podría llegar si no le ponemos coto», respondió María José García Mochales, vocal del sindicato de guionistas ‘Alma’. «Todos los avances tecnológicos nos enfrentan a una situación. La IA ha llegado para quedarse y cómo la usemos es lo que nos va a dar la medida de lo que somos como sociedad». Así, aprovechando la idea de ‘IA generativa’, García subrayó que «la IA genera, el ser humano crea».
Ángeles González-Sinde, exministra de Cultura, guionista, directora y presidenta del Real Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía desde 2020, confesó que no tenía «ningún problema en usar la IA». «DE hecho, estoy impaciente por poder usarla, llevamos usando las mismas técnicas para escribir guiones que las que usaban Cervantes u Homero. Pero lo cierto es que no podemos usar la IA porque no tenemos ninguna garantía de que no estemos plagiando a un compañero. Es es la limitación». González-Sinde expuso tres cuestiones «centrales y elementales» que coinciden con las demandas de los sindicatos de Hollywood: consentimiento, compensación y transparencia.
«Hace tiempo que la IA nos condiciona -siguió González-Sinde-, desde hace años firmamos cesiones de derechos brutales solo para el supuesto de que algún día la tecnología lo pueda usar. Y, por otra parte, el algoritmo influye en decisiones fundamentales, incluso en el casting. El algoritmo decide quién puede gustar, qué puede impactar más en redes sociales… Y eso dinamita un concepto fundamental: la diversidad. La cinematografía es interesante en la medida que es diversa, que haya de todo. Si hacemos guiones solo con lo que predice el algoritmo, todo se termina pareciendo».
Domingo Sánchez Mesa, catedrático en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la UGR y experto en narrativas transmediales, puso sobre la mesa que «frente a la dicotomía de no usar una tecnología o usarla para comprenderla mejor», se queda con la segunda opción. «La decisión humanística de adónde van las tecnologías requiere una reflexión crítica, filosófica y responsable. Tenemos todavía un concepto de creatividad bastante romántico, donde lo humano es prácticamente lo único. Y lo cierto es que la colaboración con lo artificial, con las máquinas, está ahí desde hace tiempo. La IA es inteligencia creada».
Sánchez Mesa, además, consideró que los guionistas que se dediquen a hacer «estructuras fácilmente automatizables», sí podrían ser sustituidos por una IA. «Pero las rupturistas, las originales, no creo».
García Mochales terminó advirtiendo que la Unión Europea está preparando un proyecto para regular el uso de la IA. Mientras tanto, la historia continúa.