Una charla sobre el futuro y los límites de las máquinas que ya aprenden, razonan y hasta hacen clics por nosotros
Hace apenas un año asombraba que una inteligencia artificial pudiera escribir un poema o dibujar un gato con cara de Van Gogh. Hoy, noviembre de 2025, esas mismas máquinas «se paran a pensar», gestionan reservas y amenazan con quedarse con nuestro trabajo de comprar billetes en Renfe. En la segunda jornada de las charlas del III Congreso de IA de Andalucía, el divulgador Carlos Santana, más conocido en internet como DotCSV, ha dibujado un panorama fascinante y algo inquietante sobre lo que él llama «el salto del hype a la realidad» de la inteligencia artificial.
El auditorio ríe, pero la frase tiene más de verdad que de chiste. Según Santana, la industria ha avanzado en un solo año lo que antes habría tardado una década. «Los años de IA se miden como los años de los perros», dice: «uno equivale a siete humanos».
El divulgador explica que la inteligencia artificial generativa, la que se hizo popular con ChatGPT y DALL-E, ya no se limita a repetir lo que encuentra en internet. «Antes sintetizaba información, ahora empieza a crear por sí misma», asegura. Esa es la gran transición: de las herramientas que responden a las que investigan.
Para entender este salto, Santana traza una especie de escalera del progreso de la IA.
Cinco niveles de evolución
- El asistente conversacional: El clásico ChatGPT que escribía textos, recomendaba recetas o ayudaba con deberes
- La IA que «piensa»: En septiembre de 2024 se desbloquearon los llamados modelos razonadores, capaces de detenerse y analizar antes de responder
- Los agentes autónomos: En 2025, los modelos comenzaron a usar herramientas por sí mismos. «Ahora ChatGPT puede navegar, clicar y ejecutar acciones. Aún no reserva un vuelo, pero está cerca, el día que consiga reservar un billete de tren en la web de Renfe, habrá llegado a su ‘peak’», comenta
- Inteligencias artificiales innovadoras: En la actualidad, varias IA conviven y cada una domina un ámbito. Desde Manus AI, que automatiza tareas complejas, hasta MAYA, un sistema conversacional con voz sintética que imita al ser humano con sorprendente naturalidad
- Múltiples inteligencias artificiales en la que cada una sea especialista en una materia: Este sería el último paso para llegar a ser AGI, es decir, una inteligencia artificial inteligente, un tipo hipotético de inteligencia artificial que igualaría o superaría la inteligencia humana en cualquier tarea intelectual.
De la ficción a la realidad
Santana no puede evitar mencionar la película Her (2013), aquella en la que un hombre se enamoraba de su asistente virtual. «Nos estamos acercando a eso», reconoce. MAYA, basada en el sistema SESAME, no solo entiende emociones, las reproduce. Crea voces que titubean, respiran y hasta dudan, «como si detrás hubiera una persona real».
La frontera entre humano y máquina se difumina cada vez más. Pero, lejos de alarmarse, el experto invita a la reflexión: «Estamos construyendo espejos que nos devuelven una versión amplificada de lo que somos. La pregunta no es qué puede hacer la IA, sino qué queremos que haga».
Democratizar la inteligencia
No todo son avances técnicos. También hay un cambio de modelo. Durante un tiempo, parecía que la inteligencia artificial iba a ser terreno exclusivo de las grandes empresas. La versión de pago de ChatGPT, por ejemplo, dejaba fuera a muchos usuarios. Sin embargo, proyectos como DeepSeek, lanzado apenas cinco meses después del último modelo de OpenAI, han abierto el acceso al conocimiento al hacer públicos sus códigos.
«Esto es una democratización real», subraya Carlos. «Por fin cualquiera puede experimentar, investigar o construir sobre modelos abiertos. La IA ya no pertenece solo a Silicon Valley».
DotCSV, con su habitual tono irónico y pedagógico, advierte que estamos saliendo de la etapa del hype, el entusiasmo desbordado, para entrar en una era de uso cotidiano. «Antes decíamos ‘la IA no podrá…’, luego ‘la IA sí podrá…’. Ahora toca decir: yo quiero poder», se lee en la pantalla final de su presentación.
La frase resume un cambio de paradigma, las máquinas ya no son el futuro, sino el presente. Y lo que venga después dependerá menos de lo que la IA sea capaz de hacer, y más de lo que decidamos hacer con ella.



