Treinta años después de Star Wars, los robots que imaginamos imposibles ya nos preparan la tortilla

Mini Beimax saludando a los asistentes del III Congreso de IA de Andalucía 'Conecting Worlds, Transforming Realities' Cristina Ramos

El III Congreso de IA de Andalucía revela cómo la IA ha cruzado la pantalla del cine para instalarse en administraciones, quirófanos y salas de estar

Hace apenas tres décadas, cuando la mayoría de nosotros nos sentábamos en el sofá con una bolsa de palomitas para ver a Luke Skywalker enfrentarse a sus enemigos en una galaxia muy, muy lejana, nadie imaginaba que en 2025 nos levantaríamos de ese mismo sofá para encontrarnos con robots que marchan junto a soldados, analizan radiación nuclear o nos preparan la cena. Pero eso es exactamente lo que está sucediendo en el segundo día de las jornadas del III Congreso de IA de Andalucía, donde la ciencia ficción se ha mudado definitivamente a nuestras universidades, hospitales, despachos y hogares.

Recuerda esa sensación de asombro cuando viste por primera vez a los hologramas de la Princesa Leia comunicándose a través del espacio intergaláctico, o cuando observaste los droides de C-3PO y R2-D2 realizando tareas que parecían imposibles. Imaginabas que todo aquello ocurriría en una galaxia tan lejana que ni tu bisnieto lo vería. Sin embargo, mientras los visitantes recorren los stands de las jornadas del III Congreso de IA de Andalucía en estos momentos, esa realidad que parecía confinada a la pantalla cinematográfica está siendo desmontada pieza a pieza, revelando que ya no es ficción, sino presente.

Los stands se suceden unos tras otros, cada uno con una promesa diferente. Stands dedicados completamente a la formación de estudiantes, ofreciendo herramientas y conocimientos para que las nuevas generaciones no se queden atrás en este tsunami tecnológico. Pero lo más interesante es encontrarse con los stands de matching learning, un concepto que suena a jerga empresarial pero que es profundamente útil en nuestro mundo actual fragmentado. El matching learning funciona conectando perfiles de personas con necesidades reales de empresas, analizando habilidades auténticas en lugar de currículos desfasados. Es como si alguien finalmente hubiera decidido que los trabajos y las personas deberían encontrarse de manera inteligente, no por casualidad o enchufismo.

Las administraciones públicas ocupan un lugar absolutamente central en estas jornadas. Decenas de stands muestran cómo la IA puede revolucionar esos procesos que todos conocemos; reducir tiempos de espera; mejorar la atención al ciudadano; automatizar gestiones burocráticas que parecen diseñadas para frustrar. Porque al final, la IA no es solo entretenimiento o eficiencia empresarial, es también una herramienta para que la administración funcione como debería funcionar, como todos desesperadamente esperamos que funcione.

Los talleres prácticos son el corazón palpitante de estas jornadas. Asistentes aprenden a crear vídeos con ayuda de la inteligencia artificial, a diseñar videojuegos, a utilizar herramientas que hace apenas cinco años parecían reservadas para estudios hollywoodienses o grandes desarrolladoras internacionales. Y sí, quizás esto suena como una noticia desalentadora para quienes estudiamos comunicación audiovisual hace una década, para aquellos que invirtimos años aprendiendo manualmente lo que ahora una máquina puede hacer en minutos. Los pobrecitos que dedicamos miles de horas a software especializado, que aprendimos cada atajo, cada técnica, descubrimos que eso que tanto trabajo costó ahora es accesible a cualquiera que sepa escribir una instrucción en lenguaje natural. Pero quizás el futuro no sea reemplazar personas, sino enseñarles a trabajar junto a máquinas que amplíen sus capacidades exponencialmente.

La ciencia ficción se vuelve estrategia militar

Pero lo verdaderamente revelador, lo que congela la sangre mientras lo ves en funcionamiento, llega con Alisys Robotics. Una empresa que ha decidido que el futuro no espera a regulaciones ni debates éticos. Mientras muchas naciones europeas aún debaten legislaciones restrictivas, mientras existe cierta reticencia cultural a abrazar completamente la inteligencia artificial física, en países con normativas menos restrictivas que la estadounidense o la china, eso que nosotros imaginamos como un futuro utópico ya es el presente operativo, la realidad cotidiana.