«Las inteligencias artificiales sacan conclusiones prematuras, es cierto, pero eso no se lo han inventado; se basan en estigmatizaciones sociales». Esa es la conclusión principal de ‘Artificial: La nueva inteligencia y el contorno de lo humano’, el último libro del físico y neurocientífico Mariano Sigman, que hoy lo ha presentado en el Parque de las Ciencias con motivo del congreso TAIGranada.
Tal y como él mismo ha explicado durante su intervención, «la mejor y única manera de cambiar esos estigmas es ser conscientes del problema que suponen». «Somos nosotros, los humanos, la sociedad, los que tenemos que cambiar eso. No vamos a salvarnos de esto si le echamos la culpa a quien no la tiene, que es la inteligencia artificial», ha apuntado.
Es más, el término de ‘inteligencia artificial’ «confunde porque hace pensar en algo que no es natural, que no es humano», pero la inteligencia sí lo es. «La percepción es casi como si fuera algo alienígena», ha subrayado. Así, Sigman ha decidido viajar al pasado, cuando la gente «trataba de pensar qué es la inteligencia». La respuesta es evidente, según él: «La inteligencia es saber qué hacer cuando uno no sabe qué hacer».
En este contexto, el físico ha insistido en la necesidad de pensar sobre la IA, pero también sobre la inteligencia humana. «Pensad en la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, en Londres, cuando el MI6 dice a cientos de personas que su tarea es ni más ni menos que salvar el mundo -ha planteado-. Tienen que descifrar las claves y traducir eso de un lenguaje que ellos no entienden. Ese es el objetivo».
Sigman tiene claro que la inteligencia artificial «vuelve a ese reducto de gente en crisis que no tenía ningún recurso práctico». «Vivían hacinados, en manicomios, con gente extraña. En esa época viviría el bisabuelo de Lucía», ha bromeado, refiriéndose al asesor virtual de inteligencia artificial del que minutos antes ha hablado Miguel Santos, también ponente en TAIGranada.
IA: simular la empatía
En este contexto, Mariano Sigman ha puesto sobre la mesa el nombre de Carl Roges, el psicólogo estadounidense que humanizó la psicoterapia basada en la empatía. «Si la empatía es algo tan profundo y a la vez tan simple, podríamos simularlo en una computadora, pensó. Y se inventó ELIZA, que funcionada en una IBM y que, una vez creabas una frase, la identificaba. Le hablabas de tu madre y te preguntaba por tu familia«, ha comentado el ponente.
Para explicar el funcionamiento de la red neuronal de una IA, el autor de ‘Artificial: La nueva inteligencia y el contorno de lo humano’ ha asegurado que «en el tenis pasa como en la vida; todo va demasiado rápido y si no corres, no llegas». Pero las inteligencias artificiales, sí. «Tenen la capacidad de mirar atributos que a los humanos ni remotamente se nos ocurriría. Tienen en cuenta todo un universo posible de datos«, ha subrayado.
Para demostrarlo, el físico ha llevado a cabo un experimento: «Imaginad que tenéis una maleta y que esa maleta es lo más importante de vuestra vida. Por una razón que desconocéis, tenéis que darle esa maleta a una persona. Tenéis tres opciones: un hombre sonriente que parece incluso distraído, un hombre con gesto neutro o uno aparentemente enfadado del que no sabéis nada«.
Ante esta situación, la mayoría de los asistentes ha optado por la segunda opción del gesto neutro porque «así somos lo humanos, desconfiados, y la IA se basa en nuestros estigmas». Ha llegado así a su fin la presentación de un libro, probablemente, más interactiva y curiosa, que ha dejado a los asistentes pensando sobre inteligencia artificial, pero, sobre todo, sobre inteligencia humana.