«La inteligencia artificial no te quita el trabajo, te da alas»

Raúl Ordóñez en el III Congreso de IA de Andalucía. Amanda Martínez

El creador granadino @jaspeante, con casi un millón de seguidores en redes explica cómo convivir con las máquinas sin volverse un dinosaurio

Dice Raúl Ordóñez que estamos en el «año dos antes de ChatGPT». El granadino que responde al nombre de @jaspeante suma casi un millón de seguidores en TikTok y más de 800.000 en Instagram. En el III Congreso de Inteligencia Artificial de Andalucía, su charla ‘Activa tu modo IA’ sonó menos a discurso técnico y más a terapia colectiva para humanos confundidos con el futuro: «La IA no viene a quitarnos el trabajo, viene a darnos alas».

El auditorio no tarda ni tres minutos en entrar en calor. «Metéos en ChatGPT y pedidle un número al azar del 0 al 100», propone Ordóñez al público. El resultado es casi mágico, a todos les sale el 47, ¿le va a quitar la IA el trabajo a Esperanza Gracia?. «La IA tiene sus riesgos, pero también sus limitaciones», dice sonriendo, como quien presenta a un viejo amigo un poco impredecible.

Las máquinas aprenden como nosotros, pero sin hacerse preguntas existenciales. «Son modelos de lenguaje, loros estocásticos», explica, «que aprenden más rápido que nadie… y que a veces se ponen en modo cuñado, hablando sin parar sin tener ni idea». La diferencia, recuerda, está en saber cuándo hacerles callar. «La IA todavía no entiende el mundo como lo entendemos nosotros. La inteligencia general está en el horizonte, sí, pero la que tenemos hoy necesita cerebro humano al lado».

La eficiencia humana

Para bajarlo a tierra, habló de cómo el salmón es el animal más eficiente, pero el ser humano en bicicleta supera al salmón, y Steve Jobs dice que el ordenador era «la bicicleta para la mente». La IA ya no es una bicicleta. Es que directamente te da alas».

Y para demostrarlo, desplegó un catálogo de herramientas que suenan a ciencia ficción pero ya están a un clic: Google AI Studio, que te monta una web desde cero con solo describírsela; NotebookLM, que convierte tus apuntes en documentos, audios o mapas conceptuales «sin inventarse nada, a diferencia de ChatGPT»; o Manus, capaz de transformar un Excel kilométrico en una web interactiva en cuestión de segundos. «Y todo esto está al alcance de cualquiera. No hace falta ser ingeniero, ni millonario, ni genio».

Los agentes de IA, esos asistentes virtuales que pronto harán las compras por nosotros o buscarán el mejor hotel sin preguntar. «El próximo cliente será una IA». Antes buscábamos en Google y tomábamos la decisión; ahora es la máquina la que lo hace en segundos. «ChatGPT ha conseguido en un año los mismos usuarios que Internet en trece. Y eso no lo consigues con memes».

Futuro disruptivo

Pero su discurso no fue alarmista. Al contrario, sonó a invitación a subirse a la ola. «Cuando llega un cambio disruptivo siempre hay trabajos que desaparecen, pero otros nacen», recuerda, citando el ejemplo de Inditex, que ya forma a sus empleados en inteligencia artificial. «Esto no significa el fin de los creativos, significa el fin de los dinosaurios, yo nunca me había sentido tan creativo ni con tantas ganas de cambiar el mundo como ahora».

Ordóñez defiende que la clave está en aprender a hablar con la máquina, literalmente. «La mejor forma de usar la IA es usar bien la IA», repite. Recomienda practicar el prompt engineering, ese arte de darle instrucciones precisas al sistema. «Podéis pedirle a la propia IA que os enseñe a generar el mejor prompt posible. Cuanta más información le deis, más preciso será el resultado. Y si no, preguntadle cómo hacerlo mejor. También sabe admitir errores».

Entre ejemplos, humor y alguna pulla al catastrofismo, el ponente deja claro que el miedo es el peor consejero tecnológico. «La IA no os va a quitar el trabajo, pero sí os lo va a transformar. Y quien sepa adaptarse, volará». La charla finaliza con una canción flamenca creada completamente con SUNO, la IA de música generativa, algo que pondría completamente nervioso al cantaor flamenco Juan Pinilla.