Una conversación entre Carlos Rojas, diputado granadino por el Partido Popular y secretario general de su grupo parlamentario, y Rick Allen, exasesor personal del presidente Bill Clinton entre 1993 y 1995 y actual consejero delegado de la compaía deportiva ViewLift, fue el pistoletazo de salida para la segunda jornada de TAI Granada.
Rojas apreció como «un honor» la presencia del exmiembro del gabinete estadounidense, de quien dijo que amaba la ciudad; ambos se deshicieron en elogios,. Allen recordó esa época como la más satisfactoria de su carrera profesional.
«Con el aprendizaje automático, los programas siguen reglas humanas que son muy exactas; cogen datos y los tratan de acuerdo con reglas concretas; en la inteligencia artificial, el programa desarrolla sus propias reglas y funciona solo». Una situación que Allen cree que puede generar problemas si no existe el elemento humano de supervisión de estos sistemas. Una tecnología revolucionaria sin control puede crear situaciones como las de las películas Terminator o 2001: Una odisea en el espacio, abundó.
Una de las cosas que animó la conversación a ambos lados de la conversación es el sesgo que pudiesen tener los datos previos, así como la posibilidad de que esta información personal pueda usarse para discriminar por cualquier motivo o incluso para controlar a las sociedades, y pusieron de ejemplo algunos movimientos de China. «Es una preocupación global», reconoció Allen.
También se detuvo la charla en el papel que los algoritmos de inteligencia artificial juegan en el mundo de los negocios. «Casi la mitad de los negocios de Estados Unidos aseguran ahora que usan estos sistemas, pero más de un tercio de ellos acaba abandonando pronto estas iniciativas», que a veces resultan más complicadas de lo esperado. En su caso, explicó Allen, el objetivo es darle al consumidor una experiencia más personalizada, así como para, por ejemplo, generar subtítulos automáticamente o moderar contenido, entre otros.
Allen destacó la diferencia que supone el objetivo del actor que utiliza estos algoritmos. Hay opciones «benignas», como esta personalización del contenido, y otras más preocupantes, como la manipulación de la opinión pública en la red, algo que considera especialmente peligroso en el caso, por ejemplo, de las campañas electorales.
También propuso Carlos Rojas charlar sobre el elefante en la habitación en este sentido: la necesidad de regulación de estos algoritmos. «Hay que asegurarse de que estas herramientas son beneficiosas para el conjunto de la sociedad», aseguró el diputado granadino, que destacó el potencial de Granada para ser uno de los puntos de referencia mundiales en esta materia, también gracias a su Universidad. Por su parte, Allen reiteró la preocupación por estos sistemas que escapan al control humano y que se escriben a sí mismos. Puso el ejemplo de Amazon, que implantó inteligencia artificial para elegir currículumns y se dieron cuenta de que el sistema elegía sobre todo a hombres blancos; los datos que lo alimentaron generaron ese sesgo. «A veces la manipulación ni siquiera es intencional», avisó, «pero por eso hay que generar este debate y que intervenga el Gobierno», opinó. «Es fácil que el Gobierno ponga regulación, pero es más difícil que funcione bien y que no impida los usos positivos» que tiene la tecnología.
El turno de preguntas fue una oportunidad para debatir sobre la noción publicitaria de ser el producto cuando el producto es gratis, la progresiva incorporación de mujeres y minorías al ámbito de la industria del software o la creciente polarización de los partidos políticos en lo que respecta a su comportamiento en redes sociales, entre otros asuntos.