Expertos en administración digital coinciden en que la adopción de la inteligencia artificial en el sector público exige formación, seguridad y una transformación profunda de los procesos burocráticos
La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una exigencia ciudadana. Sin embargo, su implantación en el sector público avanza más despacio de lo deseado. Así lo reconocen los ponentes de la charla ‘Gobierno Inteligente. Claves para la adopción de IA en el sector público’, celebrada dentro del III Congreso de Inteligencia Artificial de Andalucía. Entre los principales retos; la falta de talento especializado; la necesidad de garantizar la seguridad y la sostenibilidad; y una profunda reforma de los procedimientos administrativos.
«En el sector público, los ciudadanos van a exigir inteligencia artificial», advierte Alejandro Pinto González, responsable de desarrollo de negocio en Amazon Web Services (AWS). Pero antes de que eso ocurra, dice, hay dos barreras que superar: la formación y la adopción. «Ahora mismo no hay suficiente talento para llevar la IA a la administración pública», apunta. Desde Amazon, explicó, se están desarrollando programas formativos junto al Ministerio de Educación hasta 2027 para cubrir ese vacío.
Sostenibilidad
Pinto subraya además la importancia de elegir bien las alianzas tecnológicas y garantizar la seguridad. «Debemos asegurarnos de que las empresas con las que trabajamos cumplen con sistemas robustos de protección. Y también tener en cuenta la sostenibilidad, cada modelo nuevo consume cantidades astronómicas de energía. En Amazon ya usamos un 100% de electricidad renovable, porque no tiene sentido que quitemos coches de las calles si luego la IA contamina cien veces más».
«La protección de datos europea es muy distinta a la de Estados Unidos o China, y nuestras soluciones deben adaptarse a eso»
Héctor Izquierdo de Francisco, director de CapGemini
Desde CapGemini, Héctor Izquierdo de Francisco es tajante: «Solo un 25% de las organizaciones tienen una madurez de datos suficiente para que su inteligencia artificial tenga verdadero impacto». Para él, la brecha entre ambición y ejecución es hoy el gran problema. «Falta talento, cultura tecnológica y una formación TIC sólida», añade. Además, recuerda que Europa tiene que avanzar sin perder de vista su propio marco normativo. «La protección de datos europea es muy distinta a la de Estados Unidos o China, y nuestras soluciones deben adaptarse a eso».
Izquierdo destacó que no toda la IA es generativa, y que las herramientas más sostenibles pueden encontrarse en otros tipos de automatización, como los sistemas de personalización de servicios. «En justicia, por ejemplo, ya existen máquinas capaces de comprender y redactar lenguaje jurídico, lo que podría agilizar procesos enormemente», explica.
El director gerente de la Entidad Pública Aragonesa de Servicios Telemáticos, Ángel Sanz Barea, recuerda con humor que «la administración lo sabe todo sobre nosotros… y Google también, incluso si le pones los cuernos a tu pareja». Pero su mensaje es claro, la gobernanza de la IA debe garantizar los derechos fundamentales. Europa, dice, «es hábil creando normas, pero debe aprender a aplicarlas sin ahogarse en ellas».
Retos de la IA
Josep María Flores Juanpere, responsable de innovación de la Generalitat de Catalunya, compara la IA con una aspiradora: «Parece que lo hace todo sola, pero detrás hay una cadena de procesos. Si uno falla, todo se cae». Su experiencia muestra que muchos proyectos públicos fracasan no por la idea, sino por los problemas al pasar de prueba a producción. «El 80% del trabajo está automatizado, pero ese 20% restante, el manual, sigue marcando la diferencia».
«La administración va a tener que transformarse, y eso implica tocar derechos laborales, sindicatos y concursos públicos»
Ángel Sanz Barea, director gerente de la entidad pública aragonesa de Servicios Telemáticos del Gobierno de Aragón
Sanz Barea también aborda el impacto laboral de la automatización. «La administración va a tener que transformarse, y eso implica tocar derechos laborales, sindicatos y concursos públicos»,como cuando aparecieron las plataformas de vídeo y los videoclubs tuvieron que reinventarse. Aun así, ve oportunidades claras: «Podemos ofrecer servicios personalizados y proactivos, mejorar la experiencia de usuario y liberar tiempo para tareas donde la intervención humana sí es esencial».
Como ejemplo de éxito, cita un proyecto en Australia que utiliza IA para detectar el fraude público. «Durante décadas, el ciudadano ha estado al servicio de la administración. Ahora la historia empieza a darse la vuelta».
Mirando al futuro, Pinto (AWS) cierra la mesa con una predicción concreta: «La IA no solo servirá para crear cosas nuevas, sino para mantener lo que ya tenemos. Pronto veremos sistemas capaces de actualizar automáticamente códigos antiguos, ayudando a los equipos TIC a modernizarse sin depender de una sola persona revisando línea a línea».
La inteligencia artificial, concluyen todos, no sustituirá a la administración pública, pero sí la obligará a repensarse desde sus cimientos. Tal vez el verdadero reto no sea tanto usar máquinas inteligentes, como aprender a hacer un gobierno más humano.



