Expertos en Literatura e Informática de la Universidad de Granada combinan sus saberes en TAI para recrear la voz del poeta granadino, de la que no queda ninguna grabación real
Fue el 18 de agosto de 1936. O el 19. Sucedió en Víznar. O en Alfacar. O en ninguna de las dos, quién sabe. Lo que sí sabemos es que hubo un disparo. Un golpe. Un estallido terrible y cruel. ¡PUM!. Y Federico murió. Lo mataron. Tal vez, cuando los fusiles le apuntaban y el cielo se desvanecía, él dijo algo. ¿Qué sería lo último que dijo Federico García Lorca? ¿Alguien lo escuchó? Nadie lo sabe. De hecho, nadie, absolutamente nadie recuerda su voz. Una voz que recibió ovaciones en Granada, en Madrid, en Lugo, en París, en Buenos Aires, en Montevideo, en Nueva York… Una voz, su voz, que cambió el mundo para siempre. Y, sin embargo, no existe. No está. O no la hemos encontrado…
Lo de Lorca es pura fascinación. Un milagro. Está su obra, la poesía, el teatro, pero también él: un mito. Hagan la prueba, pregunten en casa. ¿Cómo era la voz de Federico García Lorca? Es probable que le respondan con algo, con algún recuerdo, con una sensación. Con un vídeo que creen haber visto en el que Federico habla y ríe… Pero no, no existe. No hay una sola grabación de su voz. ¿No les parece un tema duro, doloroso y, al mismo tiempo, hermosísimo?
Llegados a este punto, contado el misterio de la voz de Federico García Lorca, el auditorio del TAI en el Palacio de Congresos de Granada se convirtió en una suerte de redacción, un grupo amplio de periodistas que, juntos, iban a escribir un reportaje. Un viaje desde lo que sabemos que pasó hasta lo que podemos imaginar.
Empecemos por el principio. ¿Qué es la voz de un autor? ¿De dónde viene su trascendencia? ¿Por qué es importante? ¿Qué hueco deja la voz de Lorca en la Literatura? Nadie mejor para hablar de voces, cultura, legado y memoria que Ana Gallego Cuiñas, catedrática de Literatura Latinoamericana y decana -la capitana- de ese barco por el que navegan las historias de Granada, la Facultad de Filosofía y Letras de la UGR.
«La cultura, como la literatura, no vive solo en las ideas, sino en la materia que las sostiene: los cuerpos, los gestos, las voces que vibran en el aire. Lo material es lo que nos ancla al tiempo, lo que da densidad a lo simbólico», dijo Gallego. «La voz, en particular, condensa esa tensión entre lo efímero y lo persistente: suena, desaparece, pero deja huellas, resonancias, imaginarios. Pensar la voz es pensar la cultura en su dimensión más radicalmente humana».
«Pensar la voz es pensar la cultura en su dimensión más radicalmente humana»
En el caso de García Lorca, reflexionó Gallego, «su ausencia sonora es un vacío elocuente». «No tenemos registro alguno de su voz, y sin embargo su palabra sigue hablándonos. Ese silencio nos obliga a imaginar su timbre, su cadencia, su respiración, y en esa imaginación se reconstruye parte del mito. La voz perdida, la voz silenciosa de Lorca se ha vuelto, con el tiempo, una forma de presencia espectral».
Una voz silenciosa. Pero, ¿seguro que no está en ninguna parte? De estarlo sería en uno de los proyectos más apasionantes de la Universidad de Granada: ‘Voces de Poetas Españoles’, dirigido por la investigadora de la UGR Valentina Colonna. «No, me temo que no está», sonrió con melancolía Colonna, que explicó cómo han grabado en los últimos dos años a medio centenar de poetas españoles recitando poemas de Lorca. «Federico es el gran ausente del archivo. Darle una voz coral era nuestra manera de llenar ese vacío».
El proyecto ‘Voces de Poetas Españoles’, abierto a cualquier curioso en la web voicesofspanishpoets.ugr.es, es un estudio experimental de la poética. «Es un archivo que no solo sirve de conservación de voces, también es un trabajo de patrimonio cultural que sirve para ver cómo un mismo texto suena de manera totalmente distinta a lo largo de los años».
«Es un archivo que no solo sirve de conservación de voces, también es un trabajo de patrimonio cultural»
Habiendo escuchado tantas voces de poetas, ¿cómo se imagina Valentina Colonna la voz de Lorca? «Una voz musical. También fuerte, con un acento granadino solemne y dulce al mismo tiempo». ¿Sería así? Es el momento de hablar con uno de los mayores expertos en Federico García Lorca, un referente universal citado en miles de artículos y publicaciones: el catedrático de Literatura Española de la UGR, Andrés Soria.
«Lo curioso -empezó Soria- es que tenemos los elementos separados: el texto que sabemos que leyó, el vídeo con la Barraca en el que mueve la boca… pero no tenemos su voz». Aunque el poeta estuvo por toda España, Europa y Nueva York, todas las pistas hacen pensar que, de encontrar la voz, será en Buenos Aires, donde Lorca vivió seis meses y participó en numerosísimas tertulias radiofónicas y espectáculos teatrales grabados. «Hay una radio que sabemos que la grabó, con la mala suerte de que usaban la misma cinta una y otra vez. Así que se perdió», lamentó Soria.
Sí tenemos la voz del hermano de Federico, Francisco García Lorca, que podría ser un buen punto de partida para imaginar su sonido. Hay un disco que grabó con la Argentinita en el que no se le oye hablar, pero sí su respiración, lo que nos acerca algo más a su boca. Y está el recuerdo de Tica Fernández Montesinos, sobrina de Federico y la última persona que escuchó su voz -falleció hace dos años-, que hablaba de su voz templada, grave pero tierna, muy musical. «Y hay un documento menos conocido, un artículo que escribe Luis de la Casa, un arquitecto amigo de Federico», indicó Soria. En ese texto se dice, por ejemplo, que a la hora de recitar perdía su acento granadino.
«Hay una radio que sabemos que la grabó, con la mala suerte de que usaban la misma cinta una y otra vez. Así que se perdió»
¿Podríamos convertir toda esta información en una voz? Damos el salto a la Facultad de Informática de la UGR, donde trabaja Zoraida Callejas, ingeniera, doctora y profesora. «Me dedico a crear sistemas que sean capaces de entender el lenguaje humano y producirlo. Es decir, que entienda lo que le decimos y nos responda en nuestro propio idioma».
Callejas y su equipo son el músculo y el cerebro de una cátedra con Radiotelevisión Española. «Intentamos detectar si una grabación es real o si se trata de una suplantación creada con inteligencia artificial. La idea es que podamos tener una herramienta orientada a periodistas para que puedan discernir si hay algún elemento falso dentro de la grabación».
¿Sería posible hacer el camino inverso? ¿Crear una voz que no existe a partir de una serie de ideas? «Sí, podríamos generar una voz sintética. Pero es complejo crear una voz que no se ha escuchado antes». Callejas le pidió a José Andrés González, experto en tecnología IA en voces -que se encuentra haciendo una estancia en la Universidad de Holanda-, que creara una voz para Lorca. ¿Cómo? Combinando la voz de su hermano Francisco, de la que hay grabaciones, con todos los datos que sabemos, lo que nos explicó antes Andrés Soria.
«Intentamos detectar si una grabación es real o si se trata de una suplantación creada con inteligencia artificial»
«Es difícil darle esa emoción, la expresión -terminó Callejas-. Me imagino que Federico sería una persona que expresaría mucho con las inflexiones de la voz y que usaría expresiones que traía de la calle, como se refleja en su poesía… Creo que por eso, precisamente, sería difícil de imitar su voz con una inteligencia artificial».
Y sin embargo suena una voz. Una voz que es un ejercicio de pura imaginación. Una voz que lee un poema de Gerardo Diego que habla, claro, de la voz perdida de Lorca. Una voz que es, también, el reflejo del trabajo ingente y transversal que se mueve de un lado a otro en la Universidad de Granada.
No es su voz. Tampoco sabemos si se parece o no. Es un experimento. Una reflexión. Como decía Ana Gallego, un eco digital; un guiño de memoria y justicia. Es curioso, ¿verdad? No la hemos escuchado nunca, pero todos, absolutamente todos, recordamos la voz de Federico García Lorca. Algo habrá.



